Ser el propietario de cualquier negocio basta para darse cuenta de que cada detalle cuenta. Los clientes son muy hábiles a la hora de valorar nuestro servicio. Detectan todo tipo de carencias, carencias que pueden ser mucho más importantes para ellos que muchas de las ventajas de los bienes o servicios que les proporcionemos. De ahí que sea imprescindible cuidar absolutamente todo lo que envuelva a nuestra actividad.
Centrémonos, por ejemplo, en negocios como lo son los supermercados. Los hay que proporcionan unos productos de las mejores marcas. Lo hacen, además, contando con unos profesionales muy atentos y serviciales. Estos supermercados, no obstante, pueden ver empequeñecida su buena imagen si la calidad y resistencia de las bolsas de plástico que ofrece para el transporte de las compras son mínimas.
Por un motivo como este intento cuidar de todo lo que tiene que ver con mi negocio, un pequeño todo a cien que abrí hace ya muchos años, concretamente en 2002. De las críticas he aprendido un buen puñado de cosas, y una de ellas es que es importante proporcionar bolsas resistentes que eviten que todo lo que el cliente ha comprado termine por los suelos en el lugar menos indicado.
Situaciones así viví sobre todo durante mis primeros años como regente del negocio. Las bolsas de plástico que había encargado a una pequeña empresa de la zona no eran todo lo fiables que a mí me gustaría y por eso pronto comencé a sentir la necesidad de adquirir unas nuevas, que terminaran con la mala imagen que comenzaba a granjearme a causa de las otras y que permitieran a mis clientes sentirse tranquilos. En definitiva, tenía que cambiar de proveedor para esas bolsas.
Comencé a buscarlo de manera incesante. Mi intención era la de encontrar ese proveedor de la manera más rápida posible para tener la posibilidad de ofrecer al cliente las mejores bolsas cuanto antes. Me entregué en cuerpo y alma a una misión como esta y vi reflejados los frutos de mi trabajo al encontrar una entidad como esta fábrica de bolsas de plástico, una empresa que entre otro tipo de productos se encargaba de fabricar bolsas de polietileno que tenían exactamente las características que yo deseaba.
Un elemento distintivo para el negocio
Decía con anterioridad que la clientela es hábil a la hora de valorar nuestro servicio. Esto quedó demostrado en cuanto un gran porcentaje de los compradores habituales en mi tienda se dio cuenta del cambio que acababa de llevar a cabo con las bolsas y comenzó a hablar positivamente de él. Como yo ya me había imaginado anteriormente, les convencía el cambio y eso me hacía ganar enteros como un negocio de referencia en la localidad.
El trato con los profesionales de Plásticos Alhambra, por otro lado, no podía ser mejor y más fluido. Desde el momento en el que me puse en contacto con ellos supe que estaba depositando mi confianza en quien realmente se lo merecía a causa de la calidad y la resistencia de las bolsas de plástico que fabricaba.
Dichos profesionales, no contentos con ello, me habían proporcionado un servicio muy rápido. Apenas transcurrieron unos días desde que contacté con ellos para hacerles el pedido hasta que me llamaron para decirme que ya lo habían completado. Se trataba de una relación comercial que era, visto desde diferentes prismas, muy beneficiosa para mí y para la tienda. Por eso decidí prorrogarla y mantenerla hasta el mismo día de hoy.
No os quepa duda de que seguiré confiando en una entidad así en el futuro. Dicen que lo que funciona es mejor no tocarlo, un refrán que siempre he tenido en consideración y en el que seguiré creyendo para este caso en particular. Estoy convencido de que así mi negocio seguirá funcionando como hasta ahora y que su imagen resultará intachable.