Nunca voy a olvidar mi primer viaje a Alicante. De verdad. Fue uno de esos planes que llevas años queriendo hacer y que, cuando por fin pasa, te explota en la cara porque no pensaste bien las cosas.
Me llamo Teresa, tengo 21 años y este viaje era todo para mí. Era la primera vez que iba con mis amigas —Lucía, Carmen, Paula y Ana— a una ciudad que moría por conocer desde pequeña. Playita, sol, fiesta, helados a pie de paseo marítimo… vamos, el sueño. El viaje estuvo increíble… pero también me llevé unos cuantos “zasca” de la vida.
Y, por eso, quiero contarte los errores que cometí para que tú no tengas que aprender a base de sudores, bolsas rotas y mochilas pesadas como piedras. Ah, y cómo una simple consigna de equipaje literalmente me salvó el pellejo más de una vez.
Errores que cometí al viajar a Alicante
Primer error: No mirar bien el horario del hostal
Yo era la encargada de reservar el alojamiento. Y, claro, pensé: “bueno, es un hostal, estará abierto todo el día”.
ERROR. Nuestro bus llegó a Alicante a las 7:30 de la mañana, pero el check-in del hostal era a las 14:00. Y no, no nos dejaban ni entrar ni dejar las mochilas antes de tiempo.
Imagínate la escena: cinco chicas medio dormidas, cargando mochilas enormes, sudando desde las 8 de la mañana en pleno centro de Alicante. No queríamos irnos muy lejos porque estábamos destrozadas del viaje, pero tampoco podíamos quedarnos plantadas ahí.
Por suerte, una de nosotras se acordó de que existían las consignas de equipaje. Buscamos en el móvil “consigna de equipaje cerca de mí” y ¡bingo! A dos calles del hostal había una. Aun así, llamamos, y desde Souvenirs We Love Alicante, consignas cerca del centro, nos explicaron cómo funcionaban y nos parecieron la mar de interesantes. Así que llegamos, dejamos nuestras cosas y fue como quitarnos diez años de encima. Yo no entendía cómo no había pensado en eso antes.
Consejo de amiga: si tu alojamiento no permite dejar maletas antes del check-in o después del check-out, localiza una consigna de equipaje antes de viajar. De verdad, te salva el día.
Segundo error: Llevar la mochila como si me fuera a mudar
Otra cosa que me pasó fue creer que en Alicante iba a necesitar todo mi armario. Pensé: “por si refresca”, “por si salimos de fiesta elegante”, “por si llueve”, “por si vamos a la montaña”.
Resultado: me llevé tres pares de zapatos, dos chaquetas, cuatro pantalones largos… en JULIO.
A los cinco minutos de estar allí, ya sabía que había metido la pata. El calor era mortal. Solo quería ir en shorts, camisetas y chanclas. Todo lo demás me estorbaba. Encima, cargar con esa pedazo de mochila hasta la consigna fue una tortura.
Aquí aprendí otra cosa: en Alicante en verano necesitas lo mínimo. Mucha ropa fresca, protección solar y chanclas. Punto. Y, si llevas equipaje de más, al menos ten controlado un sitio donde dejarlo y recogerlo cuando lo necesites. Gracias, consignas de equipaje, os quiero.
Tercer error: No pensar en los traslados
Otra joyita: no miramos bien cómo íbamos a movernos. Pensábamos “bah, todo estará cerca”. Y sí, Alicante se puede recorrer andando, pero con maletas encima no hay quien disfrute de nada.
Menos mal que dejamos las mochilas en la consigna, porque si no, nos hubiéramos perdido el paseo hasta la Explanada de España y el primer helado del viaje.
Así que, truco de oro: haz planes de traslado realistas. Si tu llegada o salida de la ciudad no encajan bien con tu alojamiento, busca una consigna cerca de estaciones de bus o de tren. Así puedes moverte libremente hasta que te toque irte.
Cuarto error: No conocer bien el clima
Vale, parece muy básico, pero no subestimes el calor de Alicante. Yo pensaba que sería calorcito tipo “estoy en la playa, qué bien”. Pues no. Era calor nivel “¿estoy en el Sahara?”. No exagero. Y claro, llevábamos mochilas llenas, moviéndonos a pie… y terminamos todas sudadas, de mal humor y pidiendo sombra como si fuéramos vampiras.
Desde ese viaje, miro siempre el clima antes de viajar. Si hubiese sabido el calorazo que nos esperaba, habría venido con ropa aún más ligera y habría gestionado mejor los horarios (por ejemplo, dejar el paseo largo para última hora de la tarde, no a las once de la mañana).
Quinto error: No pensar en lo que haces mientras esperas
Otro problema fue que no sabíamos qué hacer esas seis horas hasta que abrieran el hostal. Parecía mucho tiempo, pero con las mochilas no podíamos ni sentarnos a desayunar a gusto. Después de dejar todo en la consigna, el mundo cambió: pudimos pasear, comer tranquilas y hasta entrar en tiendas.
Aprendí que, cuando tengas horas sueltas sin alojamiento, planifiques actividades que no requieran cargar cosas. Un brunch, una visita al puerto, tomar algo en la Explanada… cosas así.
La consigna no solo fue para quitarnos el peso físico. Fue también quitarse el agobio mental de pensar “¿y ahora qué hacemos con todo esto?”. Si no llegamos a encontrarla, creo que habríamos terminado durmiendo en un banco.
Sexto error: No tener claro dónde están las consignas
Una cosa que me hizo perder un poco la paciencia fue no haber mirado antes las consignas disponibles. Alicante tiene varias (por suerte), pero no todas están igual de bien ubicadas para lo que necesites. Por ejemplo, si llegas en tren, te interesa una cerca de la estación. Si llegas en bus, otra. Y si estás en el centro, otra más.
Nosotras dimos un poco de vuelta al principio hasta encontrar una buena. Y aunque fue fácil y rápido gracias a Google Maps, hubiera sido mucho mejor haberlo mirado antes. Ahora, siempre que viajo, busco antes las consignas cercanas a mi ruta. De verdad, parece una tontería, pero te ahorra muchos sudores (y discusiones con tus amigas).
Cosas que aprendí para el futuro (y que te pueden salvar el viaje)
Después de todo lo que pasamos ese primer día, saqué una lista mental de cosas que ahora siempre hago antes de viajar, sobre todo a sitios calurosos como Alicante:
- Consultar bien los horarios de check-in y check-out. No darlo por hecho nunca.
- Buscar consignas de equipaje cerca de la estación, del alojamiento o del centro.
- Hacer mochila para el clima real y no para “por si acaso”.
- Organizar los traslados de manera lógica: a pie, transporte público, etc.
- Tener plan B para las horas muertas (cafés bonitos, playas cercanas, sitios techados…).
- Mirar varias opciones de consigna, por precio, por horario y por ubicación.
- Viajar ligera de equipaje. Siempre. Lo agradecerás a la media hora de llegar.
¿Cómo funciona una consigna de equipaje?
Por si nunca has usado una, es muy fácil. Hay consignas manuales (tipo taquillas) y consignas atendidas (una persona guarda tu maleta). Normalmente, pagas por hora o por día, depende del sitio. Algunas incluso se pueden reservar online, lo cual es una maravilla porque así llegas y no pierdes ni un minuto.
En Alicante hay opciones muy cómodas cerca del centro, del puerto y de la estación de tren. La mayoría son seguras y tienen horarios amplios. Nosotras dejamos las mochilas desde las 8:30 de la mañana hasta las 2 de la tarde, y cuando volvimos, todo estaba perfecto.
¡Ah! Y no es nada caro. Nos salió menos de 5 euros cada una. Mucho mejor eso que arrastrar 10 kilos bajo el sol, créeme.
Lo que haría diferente si volviera a viajar a Alicante
Después de vivir en carne propia todos estos fallos, me puse a pensar en qué haría distinto si mañana mismo volviera a Alicante con mis amigas.
Porque lo tengo clarísimo: volver quiero volver, pero con la lección bien aprendida.
- Primero, reservaría un alojamiento con opción de early check-in o, al menos, que te guarden las maletas aunque no tengas habitación lista. Hay un montón de hostals y hoteles que ofrecen ese servicio. Y si no lo tienen, ya iría sabiendo dónde está la consigna más cercana. Nada de improvisar.
- Segundo, llevaría una mochila de verdad ligera, tipo mini maleta de cabina, con lo justito: dos shorts, tres camisetas, un bikini, unas chanclas, unas deportivas y ya. Nada de tres chaquetas «por si refresca» porque, spoiler: no refresca.
- También planificaría mejor las primeras horas. Como ya sé que puedes llegar y tener horas sueltas, buscaría un café bonito donde sentarnos a desayunar, planearía un paseo corto por la playa o por el casco antiguo, que son zonas preciosas y fáciles de recorrer sin prisas.
- Ah, y agua siempre a mano. Alicante en verano es un horno. No te olvides de llevar siempre una botella de agua (y rellenarla cuando puedas). Parece una tontería, pero te cambia el humor, el ánimo y las ganas de seguir pateando la ciudad.
- Y otro tip extra: protégete del sol. No solo en la playa, también andando por la ciudad. Nosotras terminamos todas rojas como gambas el primer día porque se nos olvidó que el sol de Alicante pega fuerte incluso caminando por el centro.
¡Que no te pase como a mí!
Aunque hoy me río recordándolo, ese primer día en Alicante fue de todo menos glamuroso. Nosotras llegamos cansadas, sudadas y agobiadas. Pero gracias a la consigna de equipaje pudimos disfrutar del primer paseo, del primer helado y de la primera foto de grupo sin mochilas que parecían paracaídas.
Si tienes pensado viajar a Alicante (o a cualquier otra ciudad, en realidad), planifica bien tu equipaje, los horarios de alojamiento y ten controladas las consignas de equipaje.
Te prometo que así vas a disfrutar el triple y vas a evitar empezar el viaje de mal humor.
Y, sobre todo, viaja ligera. No necesitas cinco outfits diferentes por si pasa algo. En Alicante lo que pasa es que hace calor, hay playa y hay helados buenísimos. Lo demás, sobra.
Así que ya sabes: consigna en mano, mochila ligera y ganas de pasarlo bien. Alicante te va a encantar… ¡pero mejor sin cargar 20 kilos a la espalda!