Soy una persona a la que, como seguro ya imagináis, le gusta ir de compras. El 80% de las veces no compro nada así que se podría decir que más bien “voy de escaparates” pero vosotros ya me entendéis. Por eso uno de mis sueños siempre ha sido montar mi propia tienda con accesorios y moda y hace menos de un año lo conseguí. Levante “Modas Chic” y, toquemos madera, por ahora me va todo muy bien. O me iba, hasta que tuve que llamar a esta empresa de tratamiento de humedades en Alicante que está ayudándome a arreglar el desaguisado que se me ha montado tras la pintura de las paredes del local.
Como muchos ya sabréis, y si no os informo yo, Alicante tiene un clima muy húmedo, tanto que en verano es agobiante y en invierno, aunque no sufrimos demasiadas bajadas de temperatura, el frío se te mete en los huesos y no hay quien te lo saque de encima por culpa, precisamente, de esa misma humedad. Lógicamente, esto no sólo nos afecta a nosotros, sino que los edificios y el mobiliario urbano también se ven afectados. De hecho, no es extraño ver algún banco en los paseos marítimos o en los parques de nuestra ciudad donde se aprecian los efectos de dicha humedad.
En el establecimiento donde he ubicado mi tienda, como en toda esta zona levantina, los estragos de la humedad han causado varios daños, pero cuando yo empecé a alquilar el local parecía estar todo controlado. Como he comentado, hace menos de un año que me aventuré en el mundo de los emprendedores y ahora, con la llegada del invierno, se ha empezado a dejar ver qué problemas se escondían tras las paredes: tengo moho en el baño, manchas de humedad tras los percheros de las prendas de ropa y demás. Ya os podéis imaginar.
Llamé enseguida a Planit, quienes se hicieron cargo en seguida pero ya me han avisado de que, aunque solucionen el problema en mi local, el resto del edificio está en las mismas condiciones y de eso ya tendrá que hacerse cargo la comunidad.
Personalmente me gusta mucho mi ciudad, no sólo por el clima cálido que tenemos todo el año, sino porque adoro sus fiestas y su atractivo turístico, sus pueblos y el poder tener, tanto el mar como la montaña, a mi alcance. Pero reconozco que la humedad que sufrimos a veces es odiosa. Este verano pasado, esa misma humedad, casi nos asfixia. Las temperaturas rozaban los 35 grados, algo que tampoco es demasiado si nos comparamos con otras ciudades como Madrid que estaban con la misma temperatura o incluso algo mayor algunos días, pero la humedad aquí alcanzó el 90%, especialmente en las localidades más próximas a la costa como en Alicante capital, donde vivo yo, y algunos puntos de Elche y Benissa. Eso provocó que el calor, que ya de por sí agobia, se volviera asfixiante en esta zona y que no apeteciera salir de casa ni para ir a la playa o a la piscina.
Miembros de mi familia, que jamás han tenido aire acondicionado porque odian ese clima artificial que se crea en el ambiente, acabaron poniéndoselo este año dadas las insufribles tardes que pasábamos, y yo, en la tienda, lo tenía que poner al máximo hasta que empezaba a hacer efecto y lo bajaba a unos 24 grados porque, de lo contrario, no conseguía bajar la temperatura del local.
Cuando pasan estas cosas y personas que viven en otras ciudades me dicen lo genial que se está aquí me entran ganas de decirles que se vengan en enero, con la humedad a tope, a ver si les gustaba tener la humedad fría esa metiéndose en los huesos o que se vengan en pleno agosto con sensaciones térmicas de 40 grados a la sombra y entonces verían lo bien que se está aquí.