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Las compras compulsivas en rebajas: un excelente en el gasto tanto del cliente como del comerciante.

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Entramos en el mes de noviembre y con ello parece que nos preparásemos para una carrera de fondo: las compras navideñas. Desde las luces de Navidad en las calles principales y en los centros comerciales, los anuncios publicitarios de colonias y bombones hasta las tiendas más pequeñas con sus carteles y villancicos, nos alertan de la prisa que hemos de correr para atrapar las mejores ofertas. Ofertas y descuentos como los del día llamado Black Friday o Viernes Negro, una costumbre tomada de América, pues se trata del día posterior al de Acción de Gracias, dan el pistoletazo de salida a la carrera de las compras navideñas desde el mes de noviembre.

Nosotros, alertados por tantos estímulos y el temor de quedarnos sin ese regalo o de no aprovechar una gran oportunidad, caemos en las redes del marketing y la publicidad y comenzamos a desembolsar nuestro dinero desde la campaña llamada prenavideña hasta el mes de febrero pues, después de las navidades llegan las rebajas.

Los trabajadores de comercios, por su parte, han de prepararse también para recibir la visita a sus tiendas de una gran masa de gente dispuesta a comprar o a consumir. Es por esto que han de hacer una gran inversión, provisionarse de una plantilla mayor de trabajadores y de un stock mucho más amplio que durante el resto del año. Esta temporada, como decía, comienza en el mes de noviembre y finaliza en el de febrero. Si bien puede parecer que los comercios o grandes tiendas y marcas finalizan esta temporada con grandes ganancias, lo cierto es que en muchas ocasiones, aunque suponga un gran beneficio económico, los comercios y en especial los más pequeños, han de prolongar sus ofertas y descuentos hasta casi el mes de marzo por permanecer con un excedente en el stock del que ha de desprenderse. Esto es debido, por un lado, a la previsión desde el mes de noviembre del abastecimiento de su stock para la alta demanda de los meses siguientes y, por otro, a nuestra manera de comprar que, en muchas ocasiones es poco reflexiva e incluso compulsiva.

Esta manera de comprar, llevada por los estímulos de los que hablábamos antes de ofertas y luces, y la convención social de regalar en estas fechas a nuestros familiares y amigos, nos produce una falsa sensación de ahorro al pensar que estamos aprovechando buenas ofertas que de otra manera o esperando un poco a reflexionar si verdaderamente es lo que buscamos o lo que queremos, no conseguiríamos. Tras este gran desembolso en fiestas y regalos llegan las rebajas y volvemos a ser llamados por la misma premisa: aprovechar descuentos para ahorrar dinero al mismo tiempo que compramos. Nuevamente mordemos el anzuelo y nos preparamos en la línea de salida para ser los primeros en llegar a la meta de atrapar la mejor oferta o buscar ese artículo que tanto nos gustaba para comprobar si por fin a bajado de precio. Finalmente, llegamos a casa con una gran cantidad de bolsas llenas de artículos innecesarios, que no nos hemos probado o que hemos cogido sin pensar por miedo a que, si le dedicábamos demasiado tiempo a reflexionar si lo queremos o no, vendría otra persona a comprarlo y ya no lo tendríamos nosotros, pues como dicen los eslóganes de las tiendas respecto a sus ofertas y artículos: ¡corre que vuelan! Así, tras el gasto de las navidades, comenzamos a experimentar un sentimiento de culpa por habernos dejado llevar por estos eslóganes y las campañas publicitarias, percatándonos de que no sólo no hemos ahorrado con estas compras sino que en realidad, han supuesto un gasto extra completamente innecesario, lo que nos lleva a regresar al comercio donde hemos adquirido los artículos para devolver gran parte de estas compras.

Para los comercios, todo esto supone finalizar esta campaña en el mes de febrero con un gran lote de productos almacenados en stock tanto de la temporada navideña, al tratarse de artículos fabricados con motivos y estampados propios de esta temática como campanitas, Papá Noel, renos o árboles de navidad; como de las rebajas, que suelen ser de la temporada pasada, es decir, primavera-verano. Conforme pasan los días, estos artículos se hacen cada vez más difíciles de vender, teniendo que rebajar más y más sus precios con el objetivo de desprenderse de ellos tratando de no perder dinero y de vaciar el excedente de sus almacenes. Por estos motivos, decía más arriba que los comercios se benefician económicamente en estas fechas gracias a nuestras compras desde el mes de noviembre, sin embargo, por otro lado, muchos tendrán que hacer frente a un excedente de productos debido a las devoluciones y a la difícil salida de los artículos de la anterior temporada y de temática navideña una vez pasadas estas fechas.

Vender el stock para no perder dinero: una alternativa sostenible y beneficiosa para todos.

Atendiendo a esta premisa y contemplada esta necesidad, existen empresas como Liquistocks que se ofrecen para comprar estos lotes excedentes en el stock de los almacenes de pequeños y grandes comercios. Esta alternativa, aunque poco conocida, supone un gran beneficio tanto para el comerciante como para este tipo de compradores, pues se genera una nueva cadena de compra-venta al por mayor generando nuevas empresas y empleos en lugar de incitar al gasto del cliente y dañar el medio ambiente con el exceso de fabricación. Estas empresas son las responsables de vender después a tiendas outlet, a exportadores o mayoristas que se encargarán de volver a poner a la venta estos artículos impidiendo que se tiren o que permanezcan almacenados, lo que supone para el empresario una pérdida de dinero y el fin de la cadena de negocio. De esta manera y si este tipo de empresas comienzan a emerger con más intensidad, no solo se beneficiará el empresario, sino que su excedente creará nuevos negocios, nuevos puestos de trabajo y evitará dañar el medio ambiente cediendo a estas empresas sus artículos e impidiendo la fabricación de otros nuevos.

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